De la comunidad de partida a la comunidad de llegada 

El siguiente texto reproduce la intervención de Tatiana Nascimento en la charla de apertura del segundo Festival Americano de Poesía en Hurlingham. Como invitada internacional al festival Tatiana conversó con Facundo Ruiz, editor de Rapallo, a partir de la premisa “Cuánto mide América. Bases, estrategias y horizontes”.

por Tatiana Nascimento

Tatiana Nascimento leyendo en el CC Leopoldo Marechal (Villa Tesei, Hurlingham).

Cuando me llegó la invitación a participar en este evento y en esta mesa inaugural, pensé en compartir con ustedes algunas impresiones de una investigación que vengo haciendo, de manera organizada, desde 2019, sobre la poesía escrita por personas negras cuir, especialmente personas negras lesbianas o trans.

Estudié literatura en la universidad, y en las clases de literatura en Brasil se estudia muy poca literatura negra, a pesar de ser un país donde alrededor del 50% de su población es negra. Y cuando estudiaba en la universidad, que fue a principios de la década de 2000, todavía tenía una impresión muy fuerte de que la literatura (no sólo la poesía) escrita por personas negras estaba muy dedicada a hablar sobre el dolor, el sufrimiento, la resistencia y la denuncia. En otras palabras, una comprensión de la poesía y la literatura negras basada en la idea de que las existencias negras sólo se establecieron como respuesta al racismo colonial. Y mi impresión era la contraria: que siempre que una persona negra estuviera dispuesta a escribir literatura, podía hacerlo sobre cualquier aspecto que quisiera. Como si pudiéramos, y creo que realmente podemos, escribir desde el sueño, desde el delirio, desde el deseo, y no sólo desde el dolor, el sufrimiento, la resistencia y la denuncia.

Como tengo 43 años, y en aquel momento era todavía un poco más joven, me parecía muy muy raro, como dicen aquí, que la investigación académica sobre la literatura negra se hubiera dedicado durante tantos años a crear una idea de l​iteratura negra que no se basara en las vidas y la escritura específica de textos de personas negras. Es como si la universidad se hubiera acostumbrado a mirar las producciones literarias de los negros para buscar sólo los significados que podía considerar legítimos, y hubiera dejado de lado gran parte de la producción que no respondía a estas expectativas.

Entonces, la impresión que tuve, y todavía tengo, es que una parte importante del proceso colonial fue, y sigue siendo, definir los destinos epistémicos de los negros y, obviamente, de otros grupos racializados, especialmente los grupos negros e indígenas en Brasil. Y me pareció muy muy raro, como dije, que recién en 2019, que fue cuando publiqué este libro (una investigación que comenzó en 2018 y se publicó al año siguiente1), una persona que por casualidad estudió literatura pero que podría no haber ido a la universidad, que podría haber estudiado matemáticas (soy terrible en matemáticas, pero podría haberlo hecho), que podría haber tenido a mi hija antes, que podría haber seguido tocando en una banda (toqué en una banda de hardcore), podría haber hecho muchas cosas. Pero una persona como yo finalmente escribió, en 2019, un libro que dice que, como personas negras, escribimos sobre lo que queremos, no solo sobre lo que el racismo colonial dice que debemos escribir. Y, desde entonces, he estudiado la poesía escrita por personas negras cuir en Brasil; específicamente, cómo la manipulación de los sentidos crea estas posibilidades de interpretar nuestra producción a partir de lo que definimos como nuestra producción. Entonces, ¿cómo hemos eliminado la escritura negra LGBT de este orden colonial que dice que es una estética, una literatura, únicamente de sufrimiento y resistencia, y cómo hemos definido la negritud, cómo hemos definido la sexualidad, cómo hemos definido el abandono del género? Y es un proyecto, al mismo tiempo, bonito y difícil, porque el racismo colonial es una fuerza muy estructurante en nuestras vidas. Y realmente, realmente, efectivamente hace que la vida de los negros y otras personas racializadas, especialmente los indígenas y negros en Brasil, sea muy difícil. No hace que nuestras vidas sean sencillas de vivir.

Entonces, parece que hay algo en el propio orden colonial que dice que no podemos salir de esta estructura sistémica porque es tan pesada, tan fuerte y tan violenta que nos roba mucho tiempo de nuestras vidas simplemente para responder a ella, apenas para poder caminar dentro de ella, apenas para poder pagar las cuentas, comprar comida para la hija, enviar a la niña a una escuela donde no sea la única niña negra. El racismo realmente ocupa gran parte de nuestras vidas y exige muchas respuestas todo el tiempo.

Entonces, parece obvio que cuando un joven, especialmente, comienza a escribir poesía, no encuentre de qué hablar más que de las formas de resistir el racismo, las formas de afrontar el racismo, las formas de luchar contra el racismo.

Y luego, si miramos un poco más atrás, podemos encontrar esto en otros escritos. Mandacaru publicó, Úrsula, de Maria Firmina dos Reis, traducida al español. Esas huellas están ahí. La literatura de Castro Alves, el conocido poeta de los esclavos, se dedicó mucho a hablar de la esclavitud, que durante 300 años negó la humanidad de los negros en Brasil. Entonces, no es ficción. Sí, el racismo es una máquina de aniquilación y muerte. Y, en muchos sentidos, nuestra literatura es una respuesta a eso.

Pero me interesó pensar en cómo otras comunidades literarias negras, especialmente aquellas con autoría cuir, han logrado desviar este paradigma de dolor, abandonar el paradigma del dolor y redefinir el concepto mismo de literatura negra cuir dentro de Brasil. Y luego suceden cosas muy hermosas cuando hago esta invitación a otras personas, especialmente a personas que están pensando en literatura académicamente. Porque la invitación que hago, entonces, es de qué manera podemos buscar significado en los textos escritos por personas negras cuir. ¿Cómo podemos entrenar nuestra mirada para que no sea una mirada definida por la colonialidad y solo busque el sufrimiento en los textos de las personas subordinadas? Entonces, es un ejercicio que comienza con la comunidad de partida, pero depende de la comunidad de llegada. Y, en ese sentido, establece esa atmósfera tan hermosa que permite la literatura, que es el contacto humano, ¿no? Que es el contacto entre nosotros; cómo nos unimos para hablar de las cosas que nos conectan a través de las palabras. Y cómo podemos buscar otras formas de mapear nuestra emoción, nuestro sistema emocional. Cómo creamos, desde nuestra mirada, una apertura que comprenda el texto de esa persona que muchas veces no conocemos, que muchas veces no se parece a nosotros, que muchas veces no habla nuestro idioma. Y cómo podemos garantizar, a través de un deseo profundamente empático, que recibiremos ese texto, esa obra, en lo que el texto mismo nos dice, no en nuestro sistema de expectativas.

Entonces, básicamente, esta investigación ha sido una invitación a pensar que sí, es verdad: no toda hegemonía es enteramente una hegemonía. ¿Y cómo podemos soltar este paradigma blanco, supremacista, racista y colonial de lectura, interpretación y difusión de obras escritas por personas negras LGBT? Y eso es todo, soltar ese paradigma y ver qué pasa, y ver qué magia puede suceder.

7 de septiembre de 2024

CC Leopoldo Marechal (Villa Tesei, Hurlingham)

1. Se refiere al libro cuírlombismo literário: poesia negra lgbtqi desorbitando o paradigma da dor.

Para una poesía americana

Texto leído en la charla inaugural del segundo Festival Americano de Poesía en Hurlingham. En ella Facundo Ruiz y Tatiana Nascimento conversaron en torno a la premisa “Cuánto mide América. Bases, estrategias y horizontes”.

por Facundo Ruiz

Facundo Ruiz y Tatiana Nascimento en el CC Leopoldo Marechal, Villa Tesei (Hurlingham)
  1. Los loros de Hilario

Hace unas semanas, en los diarios, apareció la noticia de que Hilario Ascasubi, el pueblo bonaerense, había sido invadido por loros. Se calculaba entre 11 y 12 loros por habitante. En el pueblo de 6000 habitantes, serían entre 66 y 72 mil loros. Día y noche. Los loros se comían los cables, nublaban el cielo y no dejaban dormir a nadie. Especialmente difícil, comentaban, era cualquier cosa entre las 8 y las 12 de la noche. Como Hilario Ascasubi es también un poeta, enseguida pensé que había ahí –condensado– un preciso estado de la cuestión. Transformar el parloteo de loros en twitter, condensar en twitter las redes de una sociedad virtual (que se come los cables, nubla el cielo y no deja dormir) no resultaba el desafío, aunque era justo. No era eso. Y el problema de los loros era culpa del desmonte, otro problema. ¿Qué de la poesía, de la literatura hoy, aparecía ahí? No era un mapa claro. Y quizá fuera simple, pero exactamente eso. Hoy el mapa de la poesía, de la literatura, no es claro. Cuando Inodoro Pereira se ve amenazado por los loros, suele seguir el consejo de Mendieta, que le dice, invariable: negociemos, don Inodoro. Y sin duda, hoy el mapa de la poesía, de la literatura, hay que volver a negociarlo. Pero no creo que sea este encuentro, este segundo Festival Americano de Poesía en Hurlingham, el lugar para eso, ni su intención. En todo caso, a ninguna negociación se va sin una base o estrategia y, sobre todo, sin un horizonte de acción. Y ojalá para eso pueda servir este encuentro.

  1. Aristóteles en Bolivia

Hay una línea punteada que va de Aristóteles a García Linera. El griego dice que la poesía es, a diferencia de la historia, la que se ocupa de lo posible de ocurrir, más que de lo ocurrido; el boliviano dice que la política es, históricamente, el arte de correr el límite de lo posible. La línea punteada dice que la poesía es el arte de hacer ocurrir históricamente otra cosa. La línea punteada dice que el verso es el límite histórico que hay que correr políticamente. Esa línea punteada es cada vez más difusa. Pienso que esa imprecisión es política y artísticamente el mapa que no tenemos. Pero pienso, también, que el mapa es sólo una poética de la estrategia. Y la estrategia, una política de lo posible. Hoy parece el tiempo de lo imposible. Hoy ya nada parece como fue y todavía nada se parece a como será. Hoy, otra vez, es el tiempo del ya no/aún no. Para darme ánimo, a veces pienso que, matemáticamente, menos por menos es más. Pero política, poéticamente hoy la matemática tampoco es clara. En todo caso, pienso que ese ritmo (ya no/aún no) tendrá, tiene, la poesía del mapa próximo. Porque ese ritmo (ya no/aún no) es el de una línea punteada.

  1. América

Gramsci dice que ninguna coyuntura es enteramente coyuntural. Que en toda coyuntura residen o resisten temporalidades varias, algunas de larga data, otras próximas. Pienso que en ese elemento no coyuntural está la comunidad de partida. Y que la poesía debe hoy encontrar (inventar o atender) esa comunidad de partida. Esa temporalidad no coyuntural es hoy, para la poesía, una urgencia mucho más necesaria que la evaluación de la coyuntura. Porque ahí reside o resiste la comunidad de llegada. Esa comunidad de llegada no es una utopía. Es una hipótesis. La traducción da una idea de esto: no hay traducción de la nada, se traduce algo, y ese “algo” es otra cosa y también la comunidad de partida: esas voces, esa gente, esas ideas. Ese mapa. Pienso que la comunidad de partida es América. Y en América, los populismos. Y en Argentina, el peronismo. Y en el peronismo, el kirchnerismo. Y en el kirchnerismo, dos décadas: una que llamamos ganada, la otra –a cumplirse el año que viene– que recuerda que ninguna hegemonía es enteramente hegemónica. Temporalidades varias, elementos no coyunturales. Pienso que hoy una poesía que atienda o invente esa comunidad de partida no tendrá la forma de un mapa, pero sí dispondrá el verso como línea de horizonte. Una línea de horizonte no es una metáfora romántica ni la brillante idea de vanguardia, es lo que apenas se ve cuando se está lejos del destino pero se sabe a dónde ir. Pienso que en esas líneas de horizonte será donde se escuche la comunidad hipotética o de llegada. Que es América, otra vez, porque América siempre fue la hipótesis. Y porque ninguna América hoy es enteramente la próxima.

7 de septiembre de 2024

De Rapallo a Budapest y a Rapallo de vuelta

En abril del 2022, la revista Parnasszus de Budapest, a través de la traductora y crítica Mercédesz Kutasy, entrevistó a uno de los editores de Rapallo, Facundo Ruiz, por la publicación de la resistencia ordena (Ascasubi, 2021), parte del cual fue traducido al húngaro en el número 2 (2022). Compartimos fragmentos de la entrevista.

Mercédesz Kutasy: ¿Cómo es el ambiente de la poesía joven en Buenos Aires? ¿Qué tendencias hay, quiénes son las voces más destacadas? (De ellos pediré también algunos textos, también de vos. Me tocará traducirlos luego, por favor, sé piadoso conmigo.)

Facundo Ruiz: Quizá hoy no haya un ambiente, sino varios. Más o menos dispersos, más o menos virtuales, más o menos conectados en actividades circunstanciales y de frecuencia irregular. Algo así como ambientes atómicos, celulares. Y no hay inocencia política en eso. La concentración editorial monopólica que se consolidó a fines del siglo XX hizo buena parte. Pero la multiplicación de editoriales, medianas o pequeñas, surgidas en Argentina desde la crisis de 2001 también es parte de este fenómeno. Porque es bien sintomático, sobre todo en lo que hace a poesía: no se multiplicaron las revistas de poesía sino las editoriales de poesía. Y una editorial y una revista no solo no son lo mismo, lo que es verdad de Perogrullo, sino que pudiendo acompañarse o impulsarse tienden –hacen a las tendencias– de manera distinta: una editorial es un proyecto que también es un catálogo, porque para un texto o una voz es punto de llegada (aceptación, edición) y punto de partida (publicación, publicidad).

En cambio, una revista es punto de cruce, pasajes y alianzas, casi un contra-catálogo y sobre todo una articulación de proyectos. No trabaja delimitando un territorio (proyecto, catálogo) sino redibujando o enlazando fronteras: voces, estilos, ideas, formas. La revista tiene la forma de un mapa dinámico y siempre en disputa. Editoriales como Vox, de Bahía Blanca, al sur de la provincia de Buenos Aires, y revistas como el Diario de poesía (1986-2012), de la ciudad de Buenos Aires, ejemplifican un poco esto: porque Vox actuó como una revista más que como una editorial, articulando proyectos no sólo literarios y poniendo en crisis viejos catálogos con sus ediciones que pasaban a ser como “documentos” de esa experiencia, que de alguna manera eclipsaron el “proyecto editorial”, y eso le dio una impronta muy singular. El Diario de poesía fue una revista que justamente se planteó redibujar las fronteras, incluso la que separaba poesía y periodismo, a punto de venderse en los puestos de diarios, en tiradas inéditas, y tener un diseño tabloide, y su efecto fue notable en el rearmado del mapa de poesía en Argentina.

Por allí pasó, célebre pero no muy sustanciosa, la polémica neobarroco vs objetivismo; y en el Diario se halla un punto insoslayable para pensar la difusa categoría de “poesía de los 90”, que describió parte de las tendencias del fin de siglo y alentó varias de las que inauguraron el siguiente. Pero con el tiempo el mapa del Diario se fue asentando, quizá fuera inevitable en una revista de tan larga duración, en algo que tendía al catálogo y a cierto proyecto más unívoco o menos articulador de proyectos, y podríamos decir que se “editorializó”. En fin. En esta atomización que decía hoy escucho mucha poesía más contada que cantada, una poesía afónica, de pareceres más individuales que singulares, una poesía de opinión y no de hipótesis. Y veo que lo mejor se produce cuando las fronteras se corren o articulan, cuando se trama con otras, por ejemplo políticamente, que siempre es un riesgo pero que si no se corre –el riesgo y la frontera– poco es lo que puede pasar, poco es lo que puede aparecer. En el cruce, en el borrón deliberado, en la red (no virtual) es donde algo se desatomiza y el mapa canta.

MK: ¿Qué eventos hay en la Argentina que se relacionan con poesía?

FR: En relación con lo que decía antes, creo que están por un lado los eventos que involucran y alientan a la poesía, como son últimamente las ferias de editoriales independientes, multitudinarias y variadas, y como han sido siempre los concursos de poesía, más o menos institucionales. Y por otro lado están los eventos que surgen de los y las poetas y que, sea en lecturas o encuentros, van haciendo crecer los públicos, temas y circuitos de la poesía. Y está también, en menor medida pero en crecimiento, la Universidad, que con el enorme desarrollo de la relación entre ciencia y literatura en el siglo XXI podría convertirse en factor clave, pero lo veo aún en proceso y con muchas cosas que definir. En este contexto, con Rapallo, además de hacer la revista misma, hemos intentado pensar nuevas vías o renovar viejos caminos. Así, por ejemplo, organizamos un concurso de poesía en 2020, una vía “típica”, pero a través de la cual apareció, contra lo que esperábamos, un caudal enorme de textos, voces y lugares con los que todavía estamos dialogando y planeando actividades y publicaciones. También armamos en 2021 el primer Rapallo conversa, una vía “nueva”, que surgió como idea de poner en diálogo, tratar de articular, ya no tanto a los poemas y a los poetas –como hacemos usualmente en la revista– como sus ideas y situaciones geopoético-políticas. Es decir, planteamos una conversación que articulara poesía e historia, una convergencia de mapas y de “estados de la poesía” hoy. Allí participaron: María Salgado (España), Violeta Kesselman (Argentina), Carlos Regueyra Bonilla (Costa Rica), Laura Jaramillo (Colombia-EEUU) y Gabriel Cortiñas (Argentina). Ahora, en términos de “evento”, quizá lo más singular sea el próximo Festival Americano de Poesía que está organizando la Secretaría de Cultura de Hurlingham, en la Provincia de Buenos Aires, y que reunirá a poetas de distintos lugares de América y de Argentina, articulando voces y territorios. No es muy frecuente en Argentina, menos en los últimos años, un evento así, que apuesta deliberada y estratégicamente a reconstruir un diálogo americano, con la poesía como articulador, lo que me parece muy necesario, además de alentador.

MK: También tenés un seminario de poesía en la UBA. ¿Por qué es importante para vos esta asignatura? A la hora de enseñar, ¿te ayuda que sos poeta y percibes los fenómenos desde adentro también?

FR: Desde hace unos años, en la Argentina puntualmente desde 2003, la relación entre ciencia y literatura se ha vuelto más cotidiana. Y no es infrecuente, por ejemplo, que los y las poetas hagan su obra mientras hacen un doctorado o una maestría sobre poesía. Eso es, en el panorama de la poesía, una novedad. No lo es que quien escribe dé clases ni que investigue. Sí lo es que la práctica de la poesía esté tan cerca de la práctica de la investigación. En ese sentido, como decía antes, a la universidad le toca en el nuevo panorama un papel no menor. Pero muy poco definido todavía. Entonces dar un seminario sobre poesía, poner a discutir el estudio de la poesía, incluso si hay que estudiar poesía para “entenderla” o si estudiar poesía “ayuda” a los y las poetas a hacer mejores poemas, me parece importante.

Desmitificador sobre todo: el “misterio”, la “dificultad” de la poesía en la mesa de disección de un seminario, en la mesa de discusión de una clase, en el ir y venir de lecturas, ideas e historias distintas. La poesía, es vox populi, a nadie le parece fácil. Y esa dificultad es elocuente, muy elocuente. ¿Por qué es difícil la poesía cuando la leemos y no cuando la escuchamos en una canción? ¿Desde cuándo nos importa más la biografía de quien escribe poesía que de quien escribe narrativa o ensayo? ¿Qué clase de “plus-valor” atribuimos a la poesía para que la palabra “poética” haya pasado a ser un talismán o abracadabra, el corazón en las tinieblas del arte: poética del cine, poética musical, poética teatral, poética de la literatura, la poética del impresionismo, una poética del erotismo… y por supuesto, hay goles poéticos, lógicamente, solo de Maradona? En fin, ese “oscuro objeto del deseo” pensado y tratado como un “objeto de estudio”, es decir, objeto de una práctica científica, como nunca dejó de ser, al menos desde Poética de Aristóteles, quizá hoy pueda abrir y esté abriendo otras posibilidades para la práctica y el pensamiento de la poesía. No considero a nadie fuera de la poesía, pero la poesía no hace sentir adentro a todxs. Y eso tampoco es novedad. Tampoco es novedad que por la poesía y con la poesía pasa “otra cosa”. Esa “otra cosa” nunca fue “la misma cosa”. Hoy la cercanía novedosa de ciencia y literatura, especialmente en lo que hace a poesía, quizá permita encontrar nuevos caminos para habitar ese territorio, para recorrerlo, y en esa búsqueda, un seminario solo dedicado a la poesía, a estudiar poesía, sus problemas formales y teóricos, históricos y prácticos, geográficos y lingüísticos, me parece importante.

MK: Pregunta clave: ¿es traducible la poesía?

FR: ¿Y si no fuera traducible? Tristeza. De pronto lo pienso como algo relativo a la alegría, una condición incluso: queremos que eso que queremos –escuchar, leer, comprender, disfrutar, compartir: eso que nos alegra– sea con nosotros también. Quizá la clave sea también. Porque entre la alegría de quien traduce y la de quien es traducido está también la inmensa alegría de quienes participamos de eso, de la traducción. La traducción es una manera de la participación. De ahí su vector político. ¿Quién puede participar? Y cómo. Además de poner en cuestión la idea de origen, de original, de aura, esa pretendida pureza. La traducción hace del origen apenas un comienzo, historiza, y entonces decimos (y elegimos) tal traducción o tal traducción, ésta y su sentido entonces, aquella y su sentido ahora, etc. Arma mapas. Y entonces deliberadamente coloca la poesía en la historia.

Porque quizá la poesía sea un metalenguaje, alguna lo es; pero la traducción es sin duda metalenguaje: interpretación de interpretación, texto de texto, voz de voz. La traducción es historia de la poesía también. Alegría también. Participar también. Y no hay una única forma de participar. Tampoco una única forma de estar en/con la poesía. Y quizá por eso sea el camino más rápido para la tristeza del poema: la mala traducción, la que descompone el vínculo, la que no deja participar, del poema, de la voz ahí o así, de eso que, también, alegra. La traducción es una manera de poner en contacto, de hacer o entrar en contacto. La poesía también. Las buenas traducciones son como los buenos bares: vas y te alegrás de estar ahí, tampoco en los bares se comprende todo, pero entrás, estás, y algo aparece. Vos me presentaste a Faludy, traducido, y me alegré. En húngaro no hubiera podido encontrarme con él. ¿Te acordás que en una de las charlas que tuvimos junto a tus estudiantes alguien dijo que estaba leyendo una traducción de no recuerdo qué libro y dijo “pero no alcanzo a escuchar el texto, como que no está lo que se está traduciendo, y solo leo la traducción”? Me pareció una idea genial. En ese momento pensé que decía: bailan dos y solo uno está en la pista de baile. Triste. Está el poema. Y la traducción, también. Alegría. La traducción hace del sonido un texto posible, la poesía hace del sonido una voz cantante. Están, ambos, en el aire. Hay que soplar, como en los cumpleaños las velitas de la torta, y quizá se cumplan los deseos.